Autocrítica universitaria: ¿Qué estamos haciendo mal?

Hace un par de semanas que vengo pensando que algo hacemos mal en la universidad. Hay algo enfermo dentro del sistema educativo que consigue hacer que nuestros estudiantes estén al borde de la crisis nerviosa cuando van a presentar su proyecto de final de carrera. A mi mismo me pasó durante el proyecto de la ingeniería técnica y el fenómeno se repitió cuando estaba decidiendo sobre mi futuro al acabar la ingeniería superior (gràcies Ludo per portar-me pel bon camí).

No sé exactamente por qué, pero presentar un proyecto, algo que debería representar casi una fiesta, porque coincide con el fin de los estudios y el fin de la tensión de los exámenes, se acaba convirtiendo en una fuente de tensión mayor que el resto de la carrera. Un proyecto de final de carrera debería ser un paseo triunfal. Un paseo largo y cansado, porque son muchas horas de trabajo, pero un paseo, sin mayores dificultades, en que se apliquen los conocimientos que se han adquirido durante la carrera.

Pues no. Resulta que a los y las estudiantes se les hace un mundo su proyecto. Empezando por qué hacer, cómo gestionar su tiempo, qué tecnologías usar, qué lenguajes de programación utilizar... y eso sin entrar en detalles técnicos sobre "cómo hago esto?"

Las preguntas anteriores son sintomáticas de que la universidad está un paso (quizá no muy grande, pero un paso) por detrás de la realidad de las empresas. Los/Las que me conocéis sabéis de sobras que yo soy muy crítico con las tecnologías que se usan en las software factories, los frameworks y con que las herramientas se conviertan en doctrinas de fe, pero no puedo obviar que esas herramientas no se explican en la universidad. Así se consigue que nuestros/as estudiantes despotriquen de la universidad diciendo cosas como "en la universidad no te enseñan nada" o "no sé para qué he hecho la carrera, si no he aprendido nada".

De esta manera, las empresas tienen la impresión de que nuestros/as titulados/as valen muy poquito cuando salen al mundo laboral ya que no conocen las tecnologías que en ellas se usan. Por suerte, la mayoría de nuestros/as estudiantes son suficientemente inteligentes como para aprenderlas en pocos meses. Por desgracia, el hecho de tener que olvidar lo aprendido y aprender nuevas tecnologías y formas de hacer causan aún más resentimiento entre los/as recién titulados/as. Puede que la investigación universitaria esté a años luz de lo que se pueda aplicar en las empresas, pero no se transmite el conocimiento entre lo investigado y lo aplicado. Y eso en el mejor de los casos, cuando lo investigado es mínimamente aplicable a la industria.

De vuelta a las preguntas anteriores, considero que la primera de ellas es crítica. Habitualmente, los proyectos se convierten en la enésima tienda virtual (incluso mi proyecto de técnica hubiese sido algo así si Ludo no me hubiese llevado por el buen camino), pero no es eso lo que debería pasar en una escuela tecnológica. ¿Dónde está el espíritu emprendedor? ¿Acaso se lo hemos apagado en la universidad? ¿Por qué no hay ninguna conferencia en horario lectivo con un emprendedor de éxito?

Y esto me vuelve a llevar a la ansiedad que causan los proyectos de final de carrera. Quizá sea que los/las estudiantes no tengan espíritu emprendedor, o quizá sea que los que estamos dentro no conocemos las tecnologías que se usan fuera de la universidad. Sumémosle la poca capacidad docente de algunos profesores (todos hemos tenido malos profesores) y su nula intención de contestar preguntas. El resultado es que no podemos transmitirles la más mínima confianza en su potencial ni en su futuro profesional.

Algo estamos haciendo muy mal entre todos.

Se esperan críticas.

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